viernes, 28 de julio de 2017

EL HOMBRE Y LA MADRE TIERRA: Monocultivos

Querid@samig@s colaboradores y cooperantes en la lucha por un mundo mejor, aquí seguimos. Hoy ampliando el capítulo de los escenarios en que se maltrata a la Tierra entera y con ella a quienes la habitan.
Con este Comentario continuamos analizando un poco más el escenario de la Tierra, el planeta más bonito de todos los hasta ahora conocidos. 

1.- MONOCULTIVOS:

Por Monocultivo se entiende dedicar una gran extensión de tierra a un solo cultivo.
Millones de hectáreas deforestadas o abandonadas en Africa, América, Indonesia, etc. se están destinando a monocultivos de maíz, trigo, cebada, remolacha, caña de azúcar, soja, girasol, palma, jatrofa, colza, etc.,  con destino a biocombustibles, principalmente bioetanol y biodiesel, dejando sin tierra a sus cultivadores de siempre, y detrayendo esos alimentos del consumo humano y animal.

El bioetanol se obtiene de granos de maíz, caña de azúcar, remolacha, residuos vegetales, etc. Su destino principal son los motores de gasolina.
El biodiésel se obtiene de semillas de girasol, soja, colza, palma, etc. Su destino son los motores diésel.
Ambos se emplean en sustitución parcial o total del gasoil y de la gasolina procedentes del petróleo. Ambos tienen la gran ventaja de proceder de productos renovables, pero también tienen sus inconvenientes.

Inconvenientes:

El Diario.es (28/04/2015): El Europarlamento aprueba por primera vez una rebaja en la utilización de agrocombustibles: no podrá suponer más del 7% de todo el consumo para transporte. Se admite que el gasoil a base de soja, maíz, palma  o colza "ha provocado más emisiones de CO2 que las que ha evitado" al tiempo que ha contribuido al incremento de la deforestación y a encarecer los alimentos, porque ha favorecido el uso de suelo dedicado a grandes monocultivos.
Un análisis comparativo de las emisiones de CO2 de todos estos combustibles realizado por la organización Transport&Enviroment con los datos de la CE muestra que la apuesta por el biodiesel de palma, soja, girasol y colza multiplica por 1,8 los niveles de contaminación respecto a los combustibles fósiles debido a las emisiones en los procesos de producción de esos productos.
No se deben destinar tierras de cultivo de alimentos (humanos y animales) para cultivar especies destinadas a biocombustibles. Si se reduce la oferta de alimentos estos suben de precio, provocando hambrunas en países pobres o en vías de desarrollo. Tampoco se deben talar bosques para aumentar la superficie cultivable y especular con ella. No se está respetando ni una cosa ni otra.
La opción por los biocombustibles ha producido, en palabras de la organización Greenpeace, una "agricultura sin agricultores" con las que define la concentración de vastas fincas para cultivar, por ejemplo, soja transgénica dedicada al biocombustible, trabajadas con grandes máquinas, que dejaron a los nativos sin tierra y sin trabajo, como está haciendo China en algunos países de Africa. 

La gran plusvalía generada por la máquina ¿para quién es?.

Las grandes subvenciones que EE.UU. y la UE vinieron concediendo desde hace años a sus respectivos agricultores, sobre todo a grandes hacendados, hizo que millones de agricultores de países en desarrollo en África y América del sur no pudiesen competir en precios, abandonado sus tierras de cultivo que los respectivos gobiernos, muchos bien sobornados, vendieron a las grandes multinacionales a un precio tan solo de 20 a 30 € hectárea.
El 80 % de los africanos que pasan hambre son antiguos agricultores y ganaderos arruinados por la sequía y por la competencia de las Multinacionales. Consecuencia: emigración masiva de africanos y suramericanos hacia Europa y EE.UU, que mientras esto no se corrija será imparable porque al hambre no se le pueden poner fronteras.

Las Multinacionales que compran tierras en África son de: Alemania, Reino Unido, Suecia, Noruega, Francia, China, Japón, EE.UU., India y Emiratos árabes.
Las chinas no contratan trabajadores africanos: los traen de China.

Ya en 2007, la ONG Greenpeace analizaba que "cientos de miles de hectáreas se transformaban cada año en Argentina para cultivar soja modificada genéticamente". El monocultivo, decían, se lleva "250.000 hectáreas de bosque nativo cada año, a la vez que desaloja a cientos de campesinos tradicionales".Indonesia, ha añadido a su tala desmedida por el comercio de madera, la carrera por encabezar la producción de gasóleo a partir de palma. En medio siglo, Indonesia ha dilapidado 74 millones de hectáreas de bosques.


Mínima mano de obra, todo lo hacen enormes máquinas.
A la pérdida de biodiversidad vegetal por los monoculivos hay que añadir el consumo de agua y las fumigaciones (pesticidas, herbicidas) con gran daño para los insectos, como las abejas, a las que debemos no solo la extraordinaria calidad del alimento que producen (miel), sino también una parte muy importante de los alimentos que consumimos (polinización). 
En 2012 se elaboraron 84,4 millones de litros de bioetanol. Si para producir 1 litro se necesitan 3 kilos de maíz, el gasto fue de algo más de 253 millones de kilos de maíz, mientras 800 millones de personas pasan hambre a diario y unos 15.000 niños aun siguen muriendo de hambre al día.

GOBIERNOS AFRICANOS QUE VENDEN TIERRA A LAS MULTINACIONALES:
Angola, Kenia, Zambia, Liberia, Togo, R.D.Congo, Senegal,  Malí, Sudán, Ghana, Botswana, Uganda, Níger,  Costa de Marfil,  Benín,  Etiopía,Tanzania, Suazilandia, Botswana, Mozambique, República del Congo, Malawi, Zimbabue,Ruanda… Muchas fincas superan el millón de Has. Estas cosas no salen en los medios ni se denuncian, porque las multinacionales también controlan la información.

La producción de biodiesel en 2013 fue de 14.4 millones de Tn. Para producir 1 litro de biodiesel se necesitan unos6,6 kilos de soja, ó 5 de palma aceitera ó 3,8 de girasol. Para el caso de la soja, producto importantísimo para la producción animal, se necesitan unos 95,04 millones de kilos de soja, para esa cantidad de biodiesel.

Hoy el hambre es una espantosa injusticia, porque hay alimentos de sobra para todos. Por tanto el hambre no es una desgracia, ni una fatalidad. Hoy el hambre es perfectamente evitable. Es consecuencia directa del neoliberalismo capitalista, que sólo busca dinero por encima de todo. No le importa dejar por el camino miles de personas muertas, porque los mismos gobiernos, en vez de estar al servicio del pueblo, están al servicio de los grandes poderes económicos. El ejemplo más evidente y burdo lo tenemos en el actual presidente de los EE.UU., que no le importa incluso negar el cambio climático, contra toda evidencia (que tanto daño está causando a los países pobres), con tal de beneficiar a las grandes multinacionales de su país.
En este año, 2017, 20 millones de personas se enfrentan a la hambruna en cuatro países: Yemen, Sudán del Sur, Nigeria y Somalia, y se morirán de hambre al día unos 4000 de niños (Fuente: ONU-Unicef)

Por eso tiene razón el Papa Francisco cuando dice:“La visión que consolida la arbitrariedad del más fuerte ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayoría de la humanidad, porque los recursos pasan a ser del primero que llega o del que tiene más poder: el ganador se lleva todo. El ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz que propone Jesús está en las antípodas de semejante modelo, y así lo expresaba con respecto a los poderes de su época: «Los poderosos de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Que no sea así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande sea el servidor: Mt 20,25-26 (Laudato Si, 81)
“Quienes no lo afirman con palabras lo sostienen con los hechos, cuando no parece preocuparles una justa dimensión de la producción, una mejor distribución de la riqueza, un cuidado responsable del ambiente o los derechos de las generaciones futuras. Con sus comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es suficiente. Pero el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social. Mientras tanto, tenemos un «superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora» (Laudato Si, 109)

La zafra y el trabajo de la mujer.

La zafra es la cosecha de la caña de azúcar y la época durante la que se realiza, la recolección duraba unos tres meses.
La caña se puede cosechar a mano o a máquina. La cosecha manual requiere un gran número de trabajadores, de ahí que el vocablo, cuya etimología procede del árabe,significa “viaje”, en referencia a los temporeros contratados para cada cosecha,  pues la zafra es un trabajo intensivo en mano de obra. La zafra manual se hace con machete o hacha fina para cortar los tallos, generalmente después de quemada la planta para hacer más eficiente la labor.
El trabajo de cortar caña es físicamente intenso y muy duro pues se trabaja a altas temperaturas y las hojas de la caña son cortantes; la exposición al bagazo produce problemas respiratorios y pulmonares. En la zafra participan hombres, mujeres y niños, pues el trabajo se diversifica y siempre ha existido una organización social en los ingenios azucareros. Los hombres cortan las cañas, las mujeres desbrozan y mondan las cañas y las preparan para el transporte. Siempre, también ahora en muchos países, la participación femenina en la zafra es destacable, porque son las encargadas, asimismo, del avituallamiento y de preparar la comida.


Un cordial saludo a tod@s.- Faustino

PARA AMPLIAR Y/O CONTRASTAR:

No hay comentarios:

Publicar un comentario