miércoles, 5 de julio de 2017

¿De verdad tenemos derecho a una vivienda?

ÚLTIMA HORA:
Naciones Unidas condena a España por no garantizar vivienda alternativa a una familia desahuciada

El CAES y Amnistía Internacional destacan que el dictamen del Comité de derechos económicos, sociales y culturales (Comité DESC) pone al descubierto la violación sistémica del derecho a la vivienda en España
5 de julio de 2017

Naciones Unidas, a través del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ha condenado hoy a España por haber violado el derecho a la vivienda de la familia integrada por Mohamed Ben Djazia, de nacionalidad española y a Naouel Bellili y sus dos hijos menores de edad. Un caso denunciado por el Centro de Asesoría y Estudios Sociales (CAES) ante Naciones Unidas y en el que Amnistía Internacional ha intervenido, como parte de la Red internacional DESC, pidiendo medidas de protección del derecho a la vivienda para esta familia.

Sobre las violaciones de derechos humanos en relación al caso concreto.

La familia de Mohamed Ben Djazia y Naouel Bellili, junto a sus dos hijos menores de edad vivían en una habitación alquilada en un piso de Madrid desde 1998. En 2012, únicamente tenían un ingreso del subsidio de desempleo y no pudieron hacer frente al pago de las rentas de alquiler de los meses siguientes por lo que fueron demandados. Si bien el Juzgado n.º 37 de Madrid solicitó a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento de Madrid adoptar medidas para evitar el “desamparo y exclusión” de la familia, no se les ofreció un alojamiento adecuado alternativo y la familia fue desahuciada. La respuesta de las autoridades fue ofrecer un albergue temporal durante diez días, al término de los cuales, la familia estuvo durante cuatro días durmiendo en su coche, hasta que fue a la vivienda de un conocido. Mohamed, en base a sus bajos ingresos llevaba solicitando vivienda pública al Instituto de la Vivienda de la Comunidad de Madrid (IVIMA) desde 1999 hasta 2013, sin obtener respuesta adecuada por las autoridades.
En su dictamen el Comité recuerda al Estado español que el proceder a un desalojo sin garantizar alternativa habitacional constituye una violación del derecho a la vivienda. Naciones Unidas recuerda que los desalojos no deberían dar lugar a que los afectados queden sin vivienda. España, como estado parte del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y culturales, tiene el deber de adoptar medidas para proveer vivienda alternativa a las personas que puedan quedar sin techo como consecuencia de un desalojo, independientemente de si tal desalojo ocurre a instancia de las autoridades del Estado parte o de particulares. Y recuerda que los Estados partes deben prestar especial atención en los casos que los desalojos afecten a mujeres, niños, personas mayores, personas con discapacidad; así como otros individuos o grupos que sufran discriminación sistémica o estén en una situación de vulnerabilidad.

Asimismo, el Comité estima que la oferta del Ayuntamiento de Madrid de ofrecer alojamiento para la Naouel e hijos en un centro para mujeres y para Mohamed en un centro de personas sin hogar, habría implicado una ruptura del núcleo familiar, contraviniendo el deber del Estado de otorgar la mayor y más amplia protección posible a la familia.

Más información: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/naciones-unidas-condena-a-espana-por-no-garantizar-vivienda-alternativa-a-una-familia-desahuciada/

Hasta aquí la noticia.
No hace falta ¿verdad? recurrir al articulado que la Carta Universal de los Derechos Humanos ni al de la Constitución Española (Art. 47) para comprender lo que derecho a la vivienda significa.
Tampoco hace falta recordar que ha habido y sigue habiendo partidos políticos (de la vieja y de la nueva casta) a los que se les llena la boca de discursos grandielocuentes sobre el compromiso con los desheredados, con quienes sufren el desamparo, la pobreza, la exclusión social, el paro, la pérdida de garantías en el disfrute de los Derechos Humanos más elementales,… evidenciando el gran dominio que tienen de la oratoria y la habilidad para practicar la demagogia más pura y dura bajo apariencia de defender a quienes dicen defender (pero eso, “dicen” porque del dicho al hecho…).
Lo que la noticia denuncia se ha dado en Madrid por un ayuntamiento cuya alcaldía está en manos de uno de esos partidos políticos que dice estar muy cercano al pueblo (dice, porque del dicho al hecho…).

El problema.

El problema, no obstante, no es de ese partido ni del otro o del de más allá, el problema, señores y señoras o viceversa, es de un sistema que baila maravillosamente bien con las izquierdas como con las derechas (como si eso de "izquierdas" o "derechas" significara algo en este país hoy;... ya es de chiste, la verdad) ya que no le importa el color de las banderas ni las proclamas de los credos ideológicos porque la frecuencia desde la que emite está completamente aparte.

El problema es de usura estructural. ¿Tiene rostro?... porque si lo tuviera… tendríamos claro enseguida a quién dirigirnos pero no. No tiene rostro (y si acaso lo tiene es el de miles y miles de familias que se han visto y se ven en la calle –españolas y provenientes de otros lugares del mundo- después de haber invertido lo que tenían en algo que ya no disfrutarán quedándose ahora peor que cuando se atrevieron a luchar por ese derecho a la vivienda: ése es el único rostro de este gran pecado estructural, el de las víctimas).

El problema es la avaricia, la búsqueda desmedida de beneficios materiales, monetarios, de entidades financieras que con la excusa de satisfacer a sus socios y aportarles los dividendos, intereses al final de un ejercicio contable actúan sin escrúpulos, invirtiendo en proyectos que garanticen esos beneficios aún incluso a través de la pura especulación (bolsa) o los ya tradicionales (armas, petroleras, explotaciones mineras que en su proceder demuestran el más claro desprecio a las poblaciones nativas y su entorno natural, etc…)… sin ningún criterio ético.

El problema es la falta de coherencia institucional. Ahí entran los partidos políticos que en los hechos demuestran estar de espaldas a los Derechos Humanos; también los sindicatos que ya se han convertido en simple correa de transmisión ideológico partidista y ya no defienden al trabajador sino al corporativismo que practican con absoluta ceguera; empresariado que busca el máximo de beneficio con el mínimo de inversión –es lo que buscan todos, es verdad- pero sin guardar proporción entre los beneficios que se obtienen con lo que percibe un trabajador por unas jornadas laborales que en demasiados casos no sólo no respeta el equilibrio del descanso y el cuidado de sus respectivas familias con el trabajo sino que percibe salarios indignos, incapaces de sostener los gastos de una vivienda con unos mínimos para su mantenimiento.

El problema es de una Administración Pública, un Estado que no administra adecuadamente lo que recauda a través de los impuestos, que permite de facto la evasión de capitales y en la supuesta persecución del fraude señala a algunos delincuentes –no a todos- pero es incapaz de hacer devolver a la sociedad todo lo que se le estafó, se robó, hurtó, fue apropiado indebidamente,… y tantos términos que aunque con palabrejas distintas al final se traducen todos en usura y acumulación de bienes para unos y pobreza, miseria y desesperación para otros. Un Estado, una Comunidad Autónoma, un Ayuntamiento que permite esto y lo fomenta con su inoperancia es cómplice directo de que el “Derecho a la Vivienda” sea una risa y una burla en este país.

El problema es de conjunto, también de la ciudadanía de a pie: de cada uno de nosotros, de mí mismo, de la organización que presido y de otras mayores de las que formo parte,… porque entre escribir este artículo y dedicar las horas de ordenador que destino al día utilizara este mismo tiempo en patear calles, estar con las personas y familias afectadas y plantarme ante quien convenga para reclamar lo que es justo y bueno para quienes necesitan de esa justicia… si optara ahora mismo… sobrarían estas líneas. El problema es que ya estamos como anestesiados, vacunados,… “una familia más que se va a la calle”, ya, total… ¿qué se puede hacer?, nada, no hay nada que hacer. ¡¡Mentira!!: en realidad ¡¡TODO ESTÁ POR HACER!!.

La solución.

Pasa por la HUMILDAD. Y humildad significa SINCERIDAD, saber reconocer las cosas tal como son. Y para ser sinceros basta decir “dónde le aprieta a cada cual su zapato”.
Y después de ese acto de honradez para con nosotros mismos… actuemos con coherencia, cada cual desde su responsabilidad, desde su lugar de trabajo, de compromiso social, político, eclesial, asociativo,…

¿Te importa que tu dinero, tus ahorros, se inviertan en proyectos éticos, aquéllos que promuevan los Derechos Humanos DE TODOS y sean respetuosos con el Medio Ambiente?. Entonces no dejes tu dinero en bancos que inviertan en armas, en petroleras ni empresas que exploten a los trabajadores ni empleen a niños en la obtención de minerales  o que no tengan escrúpulos en contaminar acuíferos, suelos y atmósfera,… inviértelos en entidades que garanticen los DD.HH., el cuidado del M.A., el comercio justo, el reparto equitativo de los beneficios no en función del capital invertido sino de las necesidades de las personas y del entorno natural.

¿Te importa que tus vecinos se queden mañana sin hogar porque no pueden seguir pagando un alquiler o un crédito hipotecario?. Si te importa… implícate, interésate por ellos, mira a ver de qué maneras puedes echarles una mano. ¿Y si fueras tú?, ¿y si fuera un familiar tuyo o una amistad a quien aprecias mucho?... ¿lo dejarías pasar?. Que no nos pase como con la ranita que acaba cocinada por no reaccionar a tiempo.

¿Te importa la coherencia de tu partido, de tu sindicato, de tu comunidad cristiana, de tu Asociación de Vecinos, de tu plataforma reivindicativa,… con sus propios postulados?. Entonces… no te calles. Participa de sus asambleas, plantea tus propuestas, arguméntalas con datos contrastables, practica la autocrítica e invita a tus correligionarios a hacer lo mismo,… No esperes que sean los de fuera quienes vayan a cambiar tu propia casa porque ni tú mismo lo permitirías aunque supieras que entre desatinos también dicen verdades. El verdadero cambio se produce desde dentro hacia fuera, no al revés.

¿Te importa?...
Entonces ACTÚA, actuemos. Sólo las piedras permanecen impasibles. Nosotros somos algo más.

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