sábado, 15 de octubre de 2016

Mensaje del XXXVI Congreso de Teología

Del 8 al 11 de septiembre de 2016 hemos celebrado el 36 Congreso de Teología, que ha reunido a personas y colectivos procedentes de los diferentes continentes, pueblos, culturas y religiones para reflexionar sobre el tema “Migrantes, refugiados y fronteras: de la exclusión a la hospitalidad”. En él han participado activistas sociales comprometidos en los campos de refugiados y en las zonas fronterizas, que han aportado sus experiencias. Nos han acompañado representantes de pueblos oprimidos y olvidados. Hemos contado con especialistas en relaciones internacionales, procesos migratorios, trata de seres humanos, teoría de género, así como con teólogas y teólogos, que .han hecho análisis críticos de la situación y han ofrecido interpretaciones liberadoras de los textos religiosos.

Existen en el mundo 200 millones de personas migrantes, 60 millones de desplazados, 20 millones de ellos refugiados y 40 desplazados internos, y 4 millones de víctimas de trata.
Las personas más vulnerables son los niños, las niñas, mujeres, gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, sometidos a todo tipo de vejaciones: acoso sexual, agresiones físicas, trata de personas, tráfico de órganos, trabajos forzados, prostitución, violencia de  género. Son personas sin nombre, sin cara, sin identidad reconocida. Viven una soledad social, política, moral y jurídica. Se les niega la dignidad y el derecho a la vida, como demuestran las miles de personas muertas en el legítimo intento de atravesar las fronteras.

En expresión de Francisco, estas personas son consideradas “población sobrante”, producto de la “cultura del descarte”, que nos vuelve incapaces para compadecernos ante los clamores de los otros. Son víctimas de un sistema basado en el Dios Dinero, del capitalismo perverso y de la acumulación mafiosa del capital. Quien se beneficia de esta situación es una elite político-económica, patriarcal, colonial, racista y antiecológica, que pone en marcha tres grandes negocios: el de la seguridad, el de la economía política de las migraciones y el de la gestión de las personas en movimiento.

A pesar de las discriminaciones que sufren, las mujeres inmigrantes, refugiadas y desplazadas demuestran una gran capacidad de resistencia, resiliencia  y empoderamiento.
Los países de acogida son, en su mayoría, países del Sur, mientras que la mayoría de los del Norte cierran sus puertas a cal y canto, protegen sus fronteras con vallas, concertinas, policías y fuerza militar, niegan el derecho de asilo, siguen políticas equivocadas de seguridad, incumplen los protocolos internacionales y sus propios compromisos, y no demuestran voluntad de acogida.
La insolidaridad de los Estados del Norte contrasta con la solidaridad que demuestra una parte importante de la sociedad, que adopta actitudes de hospitalidad, y con el trabajo de los movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales y personas cooperantes, que colaboran en los campos de refugiados y en las fronteras.

El papa Francisco está adoptando actitudes ejemplares de acompañamiento y acogida, al tiempo que denuncia la hipocresía de los gobernantes y de los poderes económicos y financieros europeos. Dirigiéndose a ellos en su visita a Lampedusa pronunció la  palabra “vergüenza”. A los parlamentarios europeos les dijo que no es tolerable que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio ni que se niegue acogida a quienes llegan a diario a nuestras costas, muchas veces muriendo en el intento en las barcazas. Actuar de esta forma es negar su dignidad y favorecer el trabajo esclavo.

La actitud hospitalaria del papa contrasta con la insensibilidad de un sector de la jerarquía católica española ante el drama de las personas migrantes y refugiadas, cuyos problemas parece serles ajenos o no son prioritarios en su agenda pastoral. Amén de insensibilidad, hay algunos que amparándose en un mal uso de la libertad de expresión, adoptan actitudes racistas, xenófobas, excluyentes e inhospitalarias cuando alertan irresponsablemente sobre la “invasión” de los refugiados, cuestionan que todas las personas que cruzan la frontera sean “trigo limpio” y afirman que a Europa vienen muy pocos porque sean perseguidos. Alguno ha llegado a decir que la llegada de los refugiados es el Caballo de Troya de las sociedades europeas y, en concreto de la española, y que la acogida de los refugiados puede quedar muy bien, pero que “hay que saber lo que hay detrás”.

Queremos denunciar enérgicamente tales declaraciones, que demuestran ausencia total de misericordia y falta de sentido de hospitalidad, se alejan del mensaje hospitalario de la Biblia, que pide amar a los emigrantes, no maltratarlos ni oprimirlos porque emigrantes fuisteis vosotros en el país de Egipto (Éx 22,20), y son contrarias  a la práctica acogedora de Jesús de Nazaret, él mismo perseguido, emigrante  e identificado con los emigrantes (Mt 25,31-45).

En nombre del Dios de la Vida y de la Paz condenamos el terrorismo, en este caso, el terrorismo que dice basarse en motivos religiosos y matar en nombre de Alá y que provoca la salida de poblaciones enteras para huir del terror.
Exigimos a los Estados:

  1. – cumplir los protocolos internacionales en materia de inmigración, refugio y desplazamiento;
  2. – abrir rutas seguras que impidan caer en las redes de las mafias;
  3. – no participar en el negocio de venta de armas que se utilizan para apoyar al terrorismo y a los gobiernos dictatoriales;
  4. – combatir el racismo institucional; negar legitimidad a gobernantes corruptos y autócratas;
  5. – apoyar a las organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno;           –
  6. – fomentar políticas de desarrollo en los países de origen;
  7. – cumplir sus compromisos de acogida;
  8. – fomentar el diálogo intercultural, interreligioso e interétnico.
El Congreso quiere expresar su solidaridad con los pueblos oprimidos y olvidados como el kurdo, el palestino y el saharaui, a quienes se les niega su derecho a la independencia y se los somete a todo tipo de vejaciones. Todos ellos tienen numerosos emigrantes, refugiados y desplazados.
Las personas que hemos participado en este Congreso de Teología nos comprometemos a:

  1. – luchar contra la ideología y el sistema económico que provoca la exclusión de millones de personas,
  2. – denunciar la sistemática transgresión de los derechos humanos de las “personas en movimiento” por parte de los Gobiernos,
  3. – trabajar por otro mundo posible hospitalario,
  4. – seguir la práctica solidaria de Jesús de Nazaret;
  5. – hacer una nueva teología de la emigración;
  6. – pasar de la exclusión a la hospitalidad.
En Madrid, a 11 de septiembre de 2016


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