sábado, 29 de septiembre de 2012

Pilar Coll

Pilar Coll, abogada, Miembro del IMS, Instituto de Misioneras Seculares, defensora incansable  de los derechos humanos.

Pilar Coll falleció el pasado 15 de septiembre, en Lima, después de haber dedicado gran parte su vida a la defensa de la democracia, los derechos de los trabajadores y de las víctimas del terrorismo en Perú.

Nacida en Huesca el 30 de enero de 1929, llegó a Perú en 1967 como misionera secular para trabajar en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos en la ciudad de Trujillo. Años después, se unió a la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) en Lima, donde asesoró a los trabajadores que perdieron sus puestos en el paro nacional de 1977.

A mediados de los años 80, comenzó su trabajo en la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos en Perú, de la que fue su primera Secretaria Ejecutiva. En este compromiso conoció el drama de miles de víctimas y desaparecidos por el terrorismo en el país, entre 1980 y 2000, e investigó las denuncias de desapariciones en Ayacucho, cuna de la banda armada Sendero Luminoso, considerado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación como el principal responsable de los casi 70.000 muertos en los años del terrorismo.

Pilar Coll fue una peruana por adopción y,  por opción, trabajó incansablemente en la defensa de los derechos humanos de todos sin distinción alguna. Una extraordinaria y generosa mujer que se arriesgó en defensa de la vida, en los duros años 80, cuando sus propuestas eran atacadas tanto por los violadores de derechos humanos desde el Estado como por los mismos terroristas durante el conflicto armado interno.
Aún a los 83 años, con su bastón y su paso lento, participaba con valentía y voz muy alta de todas las actividades de apoyo a los derechos humanos en Lima. Hasta el último día de su vida apoyó distintas actividades para difundir los objetivos de CVR, Comisión de la Verdad y Reconciliación, o para analizar la situación de las mujeres internas en Centros penitenciarios, a quienes acompañaba y visitaba todas las semanas. Era miembro del Consejo Nacional de Reparaciones encargado del registro de las víctimas del terrorismo.

Su labor pastoral en las cárceles, su compromiso a favor de la verdad y de la justicia, sus reivindicaciones para que las víctimas recibieran reparaciones dignas, son manifestaciones de su Esperanza Cristiana y un ejemplo de resistencia, tenacidad y lucha.

Yolanda, una de las mujeres de su comunidad cristiana, nos hablaba así después de su fallecimiento: “Realmente ella fue un Pilar muy grande en el movimiento de los derechos humanos, pero también en el resurgir y crecimiento de  las comunidades cristianas. Es y será para nosotros y nosotras un referente importante que animará nuestro caminar. Pienso que Pilar ahora se constituye en una semilla que hará germinar nueva vida de  distinta forma. Mucha gente ha renovado su compromiso y ha sentido más ganas de fortalecer su trabajo. Vale la pena vivir así, haciendo el bien por donde uno va”.

El embajador de España en Lima, Juan Carlos Sánchez Alonso, al conocer su fallecimiento, lo lamentó profundamente y manifestó que Pilar Coll fue “una de las mejores representantes de España en el Perú y en el mundo. Una mujer profundamente comprometida con las mejores causas y los menos favorecidos y se destacó por su defensa de la democracia y de los derechos humanos”.

Agradecemos al Señor su fidelidad y el regalo de haber compartido con ella la misma Vocación y Misión: “Seguir a Jesucristo desde la secularidad consagrada”, trabajando en favor de una sociedad más justa y humana según el Plan de Dios, donde se promuevan y respeten los derechos humanos.
Carmen Luisa González

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